Ser muxe: la fotografía como forma de descubrir la identidad
Para Nelson Morales la cámara ha sido una herramienta para acercarse a otras personas, entender su propia cultura y descubrir su propia identidad muxe. Creció en un pueblo del istmo de Tehuantepec en Oaxaca y dice que siempre quiso ser artista, aunque no sabía exactamente qué tipo de artista. Le encantaban las revistas de moda, las compraba para ver las fotos. También solía ver y rever el álbum familiar para poder tocar y oler las fotos. Cuando creció se fue a la Ciudad de México a estudiar comunicación social, porque ahí podía también aprender fotografía y diseño gráfico. Poco a poco se fue enamorando de la foto y de la cámara, cuando volvía al pueblo hacía fotos en las fiestas y especialmente a las mujeres. Eso le ayudó a superar un poco cierta sensación de rechazo hacia sus propios orígenes.
Al poco tiempo algunas personas lo llamaban para hacer fotos. Entre esos un amigo lo llamó para hacer unas fotos de muxes que participarían en un concurso de belleza. Nelson no quería, sentía rechazo. Dice que para ese momento él ya tenía muy clara su orientación sexual, pero no quería ser como las muxes, pensaba que si se acercaba terminaría siendo como ellas.
Sin embargo, las hizo y esas fotos le abrieron muchas puertas en el mundo de la fotografía en México. A medida que iba avanzando en su proceso de formación, se dio cuenta que necesitaba trabajar en proyectos más personales y entonces la cámara se convirtió en herramienta de autoexploración. Empezó a hacerse autorretratos y con ellos fue entendiendo mejor su identidad, ya no hubo rechazo hacia quien era, sino entendimiento.
¿Qué pasó en ese encuentro con las muxes? ¿Qué descubriste de ellas y de ti?
Bueno, primero yo sentía rechazo porque no quería ser como una de ellas, en el fondo también negaba algo de mí mismo. Cuando eres pequeño en Oaxaca, específicamente en mi región, se dice que al ser muxe tu tines que tener esta figura femenina, tener ademanes, tener ciertos tipos de trabajo y sostener un rol en la sociedad, es decir, debes vestirte de cierta manera, tienes que hacer cosas en las fiestas, tienes que maquillarte, en fin, yo sabía que era homosexual pero yo no quería hacer todo eso.
Con el tiempo entendí que se puede ser muxe y no encajar en lo que la sociedad espera, se puede ser desde otro lugar, pero ante todo entendí aceptando mi identidad. Yo descubrí que no solo existe la muxe tradicional. En zapoteco, en nuestra lengua, esa sería la Muxe Gunaa’ es decir, la auténtica, la que quiere ser mujer; pero también estamos nosotros los Muxe Nguiiu, que podemos desempeñar funciones femeninas pero no necesariamente ser una mujer. Pero a la vez estás en todas las dinámicas, entras a las cantinas, coqueteas con los hombres y eres bien aceptado entre las mujeres.
Todo esto yo lo fui entendiendo cuando hice autorretratos. Hubo un momento especial y muy intenso del proyecto cuando una de ellas me fotografió. A partir de ahí fui cediendo un poco más, fui aceptando la dualidad en mí, empecé a explorar mucho más mi parte femenina y eso me hizo liberarme más y ser un poquito más abierto en mi autoconocimiento. Sin el autorretrato creo que aún habría rechazo en mi.
En uno de los textos en tu página, dices que las muxes están constantemente buscando la belleza, ¿qué quiere decir eso?
La cultura zapoteca es muy barroca. Aquí en el istmo de Tehuantepec existen las tehuanas y en general las mujeres se producen mucho para ir a las fiestas o en la vida cotidiana. Las vemos como unas diosas, entonces desde la infancia las muxes quieren ser como ellas y desde temprana edad empiezan a trabajar en su belleza y su feminidad. Por supuesto, los medios de comunicación juegan un papel importante mostrando constantemente mujeres hermosas que se convierten en referentes.
Hay una discusión de si las muxes quieren superar a las mujeres, a mi me parece que se trata de un reconocimiento hacia las mujeres y la forma de hacerlo es que las muxes constantemente están buscando y construyendo esa belleza. Algunas, cuando se van a la Ciudad de México intervienen sus cuerpos de otras maneras, por ejemplo, tomando hormonas u operandose. Para mí se trata de un tributo a la belleza que ellas reconocen en las mujeres.
¿Cómo crees que se podría traducir la palabra muxe al castellano?
Es una pregunta difícil. Una muxe es aquella persona, teniendo en cuenta las diferencias que ya mencioné entre la muxe unaa y la muxe inguiiu, que nace en el istmo de Tehuantepec en Oaxaca con sexo masculino pero se identigica con el género femenino. Tiene que ver con la cultura y con un lugar específico en México donde la gente las reconoce y las respeta. Aquí ellas tienen un valor social muy importante.
También hiciste Transamazónicas, un trabajo con mujeres trans en el Amazonas, ¿viste semejanzas o diferencias con las muxes?
Es una comunidad emergente porque tienen entre 12 y 15 años de haber salido del closet. Ellas también provienen de pueblos originarios y también buscan esta forma de expresar su belleza, su género y su sexualidad. Las muxes salieron a la luz pública hace más de 50 años, la sociedad en Oaxaca está un poco más abierta y las acepta un poco más, aunque no deja de haber discriminación. En cambio las trans de la amazonía no viven en los pueblos, sino en la selva. Allá ellas sienten que pueden ser libres y hacer lo que quieran. Ellas son discriminadas por las comunidades indígenas, por otros habitantes de los poblados. Al final sienten que tienen que irse de la zona.
En general tienen el mismo flow. Yo llevé fotos de las muxes para mostrarles y ellas se sintieron muy identificadas, decían que querían eso.
Mencionaste el papel de los medios en la búsqueda de la belleza y también el impacto que tuvo para las trans amazónicas ver a las muxes. ¿Cómo puede aportar tu trabajo en esa construcción de referentes?
Primero, pienso que las muxes en alguna medida ya están consolidadas, en los medios se habla mucho de ellas. Pero hay otras culturas también que de las que se necesita hablar, necesitan tener su espacio, su libertad y su propia voz. Para mí es importante que el trabajo haga cierto activismo, si lo podemos llegar a decir así. Yo no me considero un activista social, pero creo que el trabajo fotográfico tiene esa función también, en este caso, lograr que las vean, que mujeres como ellas puedan tener un nombre, un lugar en esta sociedad.
En Estados Unidos hice un proyecto de un tema del que no se habla mucho: la transexualidad en la tercera edad. Ahora también estoy hablando de esas nuevas generaciones muxes y también cuir en México. Creo que todo lo que estoy haciendo tiene un fin: que se hable de ellas, que se les dé la importancia que se merecen y abrir la mentalidad de la gente.
En qué estás trabajando actualmente.
Estoy trabajando con personas de varias generaciones, de distintos estados de la República, me interesa cómo ellos se perciben como cuirs. En particular, me interesa esta idea de la masculinidad pero más fluida. Todo desde nuestras raíces mexicanas, pero con personas que están fluyendo. Por ejemplo, fotografié en Michoacán a un personaje que tiene barba, es blanco, pero se viste con la ropa de las michoacanas. Es decir, hago una exploración en la comunidad cuir en México y trabajo con personajes que a pesar de los prejuicios sociales y del señalamiento constante, viven y expresan sus identidades de género y orientaciones sexuales con fuerza.