Entrevistas
Marilene Ribeiro
Brasil -
marzo 31, 2023

Territorios heridos por el fuego

Open Fire es un trabajo multimedia que evoca poderosamente el
drama de los incendios forestales en la Amazonía. Su creadora, la
fotógrafa y activista brasileña Marilene Ribeiro, toma fotos
analógicas de paisajes naturales, quema los originales fílmicos con
un encendedor, y escanea el resultado. La materialidad de sus
imágenes impacta al espectador más de lo que podría hacerlo
cualquier reportaje o estadística. Y eso es lo que ella busca: su
trabajo es un llamado a la acción.

Por Alonso Almenara

Marilene Ribeiro nunca olvidará el “Día del fuego”. El 10 de agosto de 2019, pocos meses después de la toma de mando del presidente Jair Bolsonaro, los terratenientes y agricultores más poderosos de Brasil decidieron incendiar sistemáticamente la selva tropical más grande del mundo. El daño fue tan drástico que los habitantes de Sao Paulo, una ciudad situada a 2000 kilómetros del epicentro de los incendios, vieron cómo el humo que venía del bosque convertía el día en noche.

“Fue una demostración de violencia muy explícita”, recuerda la fotógrafa. “Cuatro días después de iniciados los incendios en la Amazonía, yo, que estaba en Belo Horizonte, tenía que viajar a presentar un trabajo en Rondonia. No podía volar a causa del humo: estaban cerrados todos los aeropuertos. Fue una cosa muy agresiva y también una muestra de poder. Los empresarios nos estaban diciendo: ‘sabemos que no nos va a pasar nada porque el presidente está con nosotros’”.

Al año siguiente, este cataclismo ecológico fue superado por una nueva cantidad récord de incendios en la Amazonía: 3.358 fueron registrados en un solo día, tres veces más de lo que ocurrió durante el “Día del fuego”. Un ciclo de destrucción que, como señala Ribeiro, no se detiene por más que las imágenes de la naturaleza arrasada lleguen a los telediarios del mundo entero.

Hacer frente a esta situación parece imposible. Pero es lo que se planteó Ribeiro en el proyecto Open Fire —o Fuego abierto, en español— un trabajo de arte multimedia en el que imágenes fotográficas de paisajes naturales son intervenidas con fuego, texto, sonido y vídeo. Ganador del Premio de Fotografía Marc Ferrez de la Fundación Nacional de Artes de Brasil, este trabajo se expone actualmente en la muestra Playing with Wildfire de The Royal Geographic Society, en Londres. Además, fue seleccionado el año pasado para ser exhibido en la Bienal de Fotografía de Liverpool. Para quien no puede asistir a estos eventos, está disponible una página web que exhibe el material de manera virtual. La plataforma combina las imágenes de Ribeiro de una naturaleza herida por el fuego con narraciones grabadas por la propia artista, así como textos hechos de fragmentos noticiosos, escritos propios y posteos de redes sociales.

Ayahuasca Musuk

“Lo que me interesa es que dejemos de ser simples espectadores de esta realidad horrenda y empecemos a actuar, cada uno a su manera”, dice la fotógrafa y activista brasileña. “Podemos ser protagonistas de lo que ocurre, exigiendo, por ejemplo, mejores políticas públicas. Si cambiamos nuestra forma de interactuar con la naturaleza, a la larga esta situación va a mejorar”.

En el marco de los preparativos para una nueva edición de ECO, nuestro encuentro de colectivos fotográficos que este año tendrá como ejes temáticos las ecologías, los territorios y las comunidades, conversamos con la artista sobre esta experiencia ideada para fomentar la discusión en torno a un problema que cada año afecta gravemente espacios naturales y culturales en Brasil. No solo se trata de un trabajo visualmente impactante, sino de una apuesta política en la que la fotógrafa brasileña cree profundamente. Tan profundamente que está dispuesta a quemar los originales fílmicos de sus fotografías para mandar el mensaje.

¿Cómo nació el proyecto Open Fire?

Como artista siempre me ha interesado plantear temas o perspectivas que considero importantes políticamente, y que tienen ver específicamente con el medio ambiente y con la relación de los seres humanos con la naturaleza. De hecho, el tema de los incendios forestales lo he abordado en trabajos anteriores; me interesa mucho porque en Brasil los incendios tienen un rol político muy fuerte. La mayoría de estos fuegos, principalmente los que ocurren en la Amazonía, son provocados por seres humanos con la intención de ganar terreno sobre el bosque. Ocurren todos los años y van dañando las áreas naturales hasta que eventualmente éstas dejan de tener razón de ser como sitios de conservación, dado que han perdido su biodiversidad.

De esta forma se pueden iniciar negocios en áreas que habían sido protegidas, como por ejemplo emprendimientos de agricultura, ganadería o minería. Y como siempre es difícil determinar quién provocó el incendio, el fuego se ha convertido en un arma muy fácil de usar. Basta iniciarlo y dejar que la violencia ocurra.

“Los empresarios brasileños de hoy hacen lo mismo que hacían los conquistadores: utilizan el fuego para destruir las casas de las comunidades indígenas, que muchas veces están construidas con materiales inflamables como madera y hojas secas, porque es lo que tienen a la mano. El fuego es usado para destruir, para crear terror, para obligar a las personas a salir despavoridas de sus casas, y luego matarlas.”

Esto viene pasando en Brasil desde hace mucho tiempo: es como una estrategia de guerra. Una guerra de ocupación de territorios. Esto ocurre además, muchas veces, en situaciones de conflicto relacionadas con demandas de los pueblos indígenas para que éstas tierras sean reconocidas como áreas originarias. Se trata entonces de un antagonismo que tiene una carga histórica muy grande, que se remonta a la violencia ejercida por los españoles y los portugueses con respecto a las comunidades tradicionales vivían en estas zonas antes de la conquista. Y los empresarios brasileños de hoy hacen lo mismo que hacían los conquistadores: utilizan el fuego para destruir las casas de las comunidades indígenas, que muchas veces están construidas con materiales inflamables como madera y hojas secas, porque es lo que tienen a la mano. El fuego es usado para destruir, para crear terror, para obligar a las personas a salir despavoridas de sus casas, y luego matarlas. Es una situación específica, histórica, política, de violencia con el uso del fuego.

Esto ocurre al margen de los incendios naturales. Sin embargo, esos otros fuegos no provocados por el ser humano, también son un peligro cada vez más grande, ¿cierto?

Efectivamente, con el calentamiento global y las sequías que estamos viviendo, estos ecosistemas se vuelven mucho más vulnerables al fuego, sea natural o no. Es decir, no solo es más fácil dañarlos, sino que el fuego de cualquier origen se vuelve a menudo incontrolable y más peligroso. Esto ocurre no solo en Brasil, sino en todo el mundo. El año pasado, por ejemplo, hubo unos incendios muy destructivos en España, así como en California y en la Columbia Británica, en Canadá.

Poco antes pasó en Australia, y en Brasil hubo un incendio muy fuerte en 2020 y 2021 en Pantanal, que es una llanura que queda cerca de Paraguay. Esa región es famosa a nivel mundial por su mega biodiversidad. Y fue un incendio provocado, porque hay muchos ranchos de ganado en la región que buscan expandirse aún más.

Pero el problema es que como hubo una sequía muy fuerte, se perdió el control y fue una situación de horror. Honestamente, yo nunca he visto nada tan fuerte, y las imágenes dieron la vuelta al mundo. Porque en la Amazonía hay incendios cada año, pero esta fue la primera vez que las imágenes pasaban en televisión: se podía ver vídeos de jaguares y monos quemados, fue una cosa muy horrible. Y el territorio afectado fue vastísimo: una superficie de bosque equivalente a la mitad de Suiza se quemó en nueve meses. Nueve meses. Así de difícil fue apagar el fuego por la sequía.

Tengo entendido que, además del cambio climático, existe otro factor que ha incidido en el aumento de los incendios en la Amazonía brasileña: las políticas medioambientales de Jair Bolsonaro. ¿Es esto así? ¿Y cuál es la situación actual? ¿Se ha revertido esta tendencia con Lula en el poder?

Hubo efectivamente un aumento de los incendios durante el periodo en que Bolsonaro estuvo en el poder. Si bien una parte de ese aumento se debe al cambio climático, es evidente que el discurso del expresidente ha sido también un estímulo indirecto. Bolsonaro declaró muchas veces no tener ningún interés por la naturaleza, y más bien promovía la minería, la ganadería y el cultivo de soja en esas zonas. Su proyecto, decía él, era transformar la Amazonía en una potencia económica: una potencia en términos extractivos, más no de biodiversidad o de riqueza cultural. Es decir, pensaba igual que las personas del sector del agronegocio que lo apoyaban.

A estos empresarios solo les interesa hacer crecer sus terrenos para tener más ganado, más producción, más exportación y más plata. No les interesa si para hacerlo destruyen la naturaleza o los territorios de las poblaciones tradicionales que viven de actividades más sostenibles como la producción de castañas o la cacería. Y fue precisamente a causa de esto, de este tipo de pensamiento, que empecé a imaginar el proyecto Open Fire en 2019.

Bolsonaro fue elegido en 2018 pero empezó su mandato en enero de 2019. Ese año, cuando llegó la temporada de incendios, que todos la conocen, y que va de julio hasta septiembre, porque son los meses más secos, pasó algo inédito y muy preocupante. El gobierno mismo alentaba los incendios. De ahí viene el título de mi trabajo, “Open Fire”, que en inglés tiene el doble significado de “fuego abierto” y “abrir fuego”. Es, por un lado, la idea de quemarlo todo, pero también remite a la guerra, al acto de disparar, de matar sin piedad. Y eso es lo que está pasando en Brasil. Es un ciclo, algo que ocurre cada año. Con Bolsonaro fue peor, pero sigue pasando.

“Lo que me interesaba con este trabajo era la posibilidad de iniciar un diálogo con la sociedad acerca de lo que hemos perdido a lo largo de los años con este ciclo de violencia. Quería poner el énfasis en la idea de que son cambios irreversibles. La pregunta era entonces: ¿cómo dar cuenta de la magnitud de la destrucción? ¿Cómo representar aquello que para las generaciones futuras habrá dejado de existir?”

¿Cuál es la respuesta de la población?

Normalmente los noticieros reportan incendios forestales en los meses de julio y agosto. En ese momento todos quedan en shock, todos hablan de esto, pero pasa la estación, todos se olvidan y al año siguiente empieza de nuevo. Y no ocurre solo en la Amazonía. Yo hablo de la Amazonía porque es un nombre que todos conocen a nivel internacional, pero lo mismo pasa con todos los ecosistemas brasileños.

Hablemos del tratamiento fotográfico que le das a este tema. ¿Podrías describir tu metodología?

Lo que me interesaba con este trabajo era la posibilidad de iniciar un diálogo con la sociedad acerca de lo que hemos perdido a lo largo de los años con este ciclo de violencia. Quería poner el énfasis en la idea de que son cambios irreversibles. La pregunta era entonces: ¿cómo dar cuenta de la magnitud de la destrucción? ¿Cómo representar aquello que para las generaciones futuras habrá dejado de existir?

Usar estadísticas, por ejemplo, me parecía muy abstracto. Hablar de 10.000 canchas de fútbol quemadas no necesariamente lleva muy lejos, es difícil de imaginar. Sabes que es gigante pero no te impacta como la materialidad de la destrucción. Entonces me vino la idea de trabajar directamente con esa materialidad, destruyendo la representación fotográfica de paisajes reales.

Para lograrlo, trabajo con una película de medio formato, un tamaño lo suficientemente grande como para poder exponerla al fuego y controlar en alguna medida el resultado, pero también lo suficientemente pequeño como para que el daño sea muy visible. De todos modos, debo decir que el fuego es un elemento altamente impredecible, se sale de control muy fácilmente, como sucedió, de hecho, en la crisis del Pantanal. Entonces mi idea era trabajar de una manera que me permitiera encapsular esos significados de destrucción, descontrol e irreversibilidad, así como de la imposibilidad de acceder en el futuro a esos paisajes naturales.

Me gustaría terminar esta entrevista hablando de tu experiencia como una artista que vive entre América del Sur y Europa. ¿Esta condición informa de alguna manera tu trabajo?

Yo soy brasileña pero vivo efectivamente entre Brasil e Inglaterra desde hace mucho tiempo. Es una especie de existencia nómade que me interesa mantener porque mi idea es siempre utilizar mi perspectiva desde Brasil para hablar de temas que son globales. Es el caso de los incendios forestales, o de los problemas asociados a las hidroeléctricas que traté en un trabajo anterior. Ambos tienen que ver con el cambio climático, que es algo que nos afecta a todos. Hablo como brasilera, entonces, pero hago grandes esfuerzos para llevar este mensaje al norte global, por el simple hecho de que aquí las personas influencian demasiado lo que pasa en Latinoamérica.