Entrevistas
Sofía López Mañan
Argentina -
mayo 11, 2023

Un gigante alado en la ciudad de la furia

En El rey pájaro, Sofía López Mañan documenta la vida del cóndor andino en Buenos Aires. Si bien es venerado por los pueblos de la cordillera andina, en Argentina se encuentra amenazado por la cacería con balas de plomo y el uso de agrotóxicos para el control de depredadores. El ojo de López Mañan capta la intensa conexión de esta especie con el territorio que preside, así como con las comunidades que honran su presencia mítica.

Por Alonso Almenara

El año pasado una pareja de cóndores en situación de aislamiento tuvo un pichón en el zoológico de Buenos Aires. Es prácticamente un milagro: los animales que viven fuera de su hábitat natural no suelen tener crías debido al estrés. En este zoológico, por fortuna, las cosas se hacen de otro modo. En 1991 se creó aquí el Programa de Conservación de Cóndor Andino (PCCA), que se dedica al seguimiento y el estudio de estas aves, el rescate y la rehabilitación de ejemplares silvestres, y la cría de pichones en aislamiento humano, que son luego reintroducidos en sus ambientes naturales. 

Sofía López Mañan empezó a trabajar con esta organización hace siete años. “Es loco ver al cóndor, este ser gigante de dos metros cincuenta de envergadura, viviendo en el Ecoparque, en el corazón de la Capital Federal”, observa. Antes de dedicarse a la fotografía, estudió Bellas Artes y trabajó durante muchos años haciendo performance. “En esa época registraba lo que hacía con una cámara vieja de mi papá. No era un aparato profesional: la fotografía no me interesaba mucho”. 

El camino de la imagen lo fue descubriendo a medida que crecía su pasión por la ecología. Hoy, ella aspira a crear historias que intensifiquen la conexión de las comunidades con sus territorios. Cree que estar inmerso en un entorno natural es una experiencia que se aprende, y que contribuye a que las personas se comporten de manera más responsable con el medioambiente.

Ayahuasca Musuk

Esto la llevó a conectar con el PCCA. Luego de cinco años de trabajo de campo, decidió que era el momento de contar la vida de los cóndores de Buenos Aires en el proyecto El rey pájaro. La serie da cuenta de la extraña belleza de esta especie —tosca y elegante a la vez— y de su resonancia simbólica en las comunidades que la consideran un ser mágico. “En las leyendas de la región, el cóndor se encarga de transportar las almas y de elevar al cielo las oraciones de los hombres”, cuenta Sofía.

Pero estas aves sagradas son una especie amenazada en Argentina. Se enfrentan a peligros como el uso de cebos tóxicos, la intoxicación por balas de plomo y los vertederos a cielo abierto. Sofía comenta que la desaparición del cóndor tendría un impacto enorme en el ecosistema: “El cóndor es el ave que, gracias a su pico que es muy duro, abre el cuero de grandes animales, permitiendo que otras especies carroñeras puedan acceder al alimento. Esto significa que al protegerlo, uno protege indirectamente a muchas otras especies”. 

Por eso define El rey pájaro como un proyecto que combina “los últimos avances en conservación, la sabiduría ancestral y la cosmovisión andina para evitar la extinción de una especie emblemática”.

“Fui a La Rioja y cuando llegué todo estaba lleno de nubes. Un día estaba yendo por un acantilado en U y estaba todo blanco. Pero en tres segundos el cielo empezó a abrirse y aparecieron los cóndores. Pasaban volando en medio del silencio de esta nubecita, y se notaban todos los detalles del sonido del vuelo. Es como un surround sound. En estas situaciones te decís: no estoy percibiendo, no fotografío, estoy inmerso en un mundo.”

¿Cómo te involucraste con el trabajo de la conservación del cóndor? 

Colaboro con el Programa desde hace siete años. Viajo con ellos, participo en las reinserciones de aves que no tienen experiencia de vuelo, estoy en las ceremonias de nacimiento de pichones. Algo que aprecio mucho es que ellos no solo trabajan el lado biológico de la conservación, sino también la cosmovisión. Entienden la importancia simbólica que tiene el cóndor para muchas comunidades andinas. Por eso promueven un acercamiento a la naturaleza centrado en el reconocimiento. No hablan del cuidado, sino de la honra y el respeto a otros seres vivos. 

Por eso, para mí, El rey pájaro no es solo un proyecto fotográfico: es un proyecto de vida. Hacer trabajo de campo despertó un lado mío que no conocía: me puse a estudiar naturalismo, me abrió un camino biológico que hasta ahora me interesa mucho. Pero además está el lado emocional. Esto de vincular, de inspirar. Es hermoso cuando se generan esos sentimientos en una comunidad y empiezan a incorporar a este bicho del que antes no se percataban y ahora es un cóndor. Llevas el mensaje y la gente empieza a ponerle un nombre, a mirarlo, a reconocerlo. Es una experiencia que te hace estar más presente, más conectado con tu territorio y con tu identidad.

¿Crees que la fotografía es esencial para la conservación?

Es jodido vivir en la época de la comunicación. Uno de los desafíos que tienen los grupos de conservación hoy en día es que, precisamente, les falta comunicar. A mí me apasiona poder ayudar a un proyecto de conservación a inspirar a más personas. Y también ayudarlos a recibir más fondos, que es algo que siempre va a ser importante. 

¿Es muy distinto fotografiar a humanos y fotografiar a animales?

Con los humanos tenés que poder proyectar seguridad, porque esa seguridad relaja a las personas. Para los no humanos, vos no sos importante. Nunca te van a dar lo que vos querés. Entonces se trata de adaptarse a que las cosas no ocurran como vos querés. Podés irte ochenta días al monte sin que aparezca ningún cóndor. Capaz tenés que quedarte horas y horas en un mismo lugar y no pasa nada. O te dan la espalda, o no salen del nido. 

A mí me basta con la belleza de estar ahí presente. Que el show ocurra cuando tenga que ocurrir. Es hermoso eso del no control. Solo tenés que estar listo para sorprenderte. Las mayores emociones las tuve en estas situaciones. Por ejemplo, para este proyecto fui a La Rioja y cuando llegué todo estaba lleno de nubes. Llovió todos los días que estuve. Aún así, iba a dar caminatas. Y un día estaba yendo por un acantilado en U: cuando entré, estaba todo blanco. Pero en tres segundos el cielo empezó a abrirse y aparecieron los cóndores. Pasaban volando en medio del silencio de esta nubecita, y se notaban todos los detalles del sonido del vuelo. Es como un surround sound. En estas situaciones te decís: no estoy percibiendo, no fotografío, estoy inmerso en un mundo.

Mencionabas el tema de la espera en el trabajo de los fotógrafos de fauna. ¿Esa espera puede llegar a ser frustrante?

La espera es complicada si no sabés estar con vos. Si te cuesta estar con vos y estar ocho horas sentado en una roca con un mate y un libro esperando que algo ocurra, y si encima no ocurre, te vas a frustrar. Pero eso no tiene nada que ver con la fauna. Sentir que estás perdiendo el tiempo es un problema estrictamente humano. 

¿Cuán grave es la situación del cóndor en Argentina?

El Programa de Conservación de Cóndor es un proyecto que ya tiene 30 años, y que se ocupa principalmente de la cría en aislamiento de cóndores. Soy testigo de que estas aves son rescatadas en muy malas condiciones de salud. La mayoría es afectada por la problemática de las balas de plomo, que en Argentina están prohibidas, pero se siguen usando en la cacería. Si uno mata a un animal en el bosque y el cóndor baja a comérselo, se come también el plomo que termina siendo un veneno lento. A eso se suma el peligro por el uso de agrotóxicos, que muchas veces se venden en los pueblos sin trazabilidad como ‘matayuyo’ o ‘matapuma’. Cuando un agricultor quiere deshacerse de un puma que se come a sus ovejas, usa estos productos con glifosato que terminan siendo consumidos por toda clase de animales, y se empiezan a generar estragos. 

Por eso es tan importante la parte cultural de este proyecto. Antes de cada liberación, la comunidad de donde se encontró el cóndor hace una ceremonia. Y cada ceremonia es distinta, porque son ocasiones en las que cada comunidad expresa su propia identidad. La idea es que la gente se sienta conectada, tanto de manera comunitaria como con los seres no humanos que habitan ese territorio.

E·CO/23]

Este trabajo es una de las inspiraciones de E·CO/23], la nueva edición de nuestro encuentro de colectivos fotográficos, que este año tendrá como ejes temáticos: Ecologías, Territorios y Comunidades.

A través de esta convocatoria, nos interesa reunir historias que hablen de desarrollo sostenible, movimientos comunitarios y modos de habitar la tierra en comunidad para lograr nuevas narrativas construidas desde la pluralidad de la creación colectiva.

Cada proyecto seleccionado recibirá un apoyo de 5.000 euros para su producción. Los proyectos pueden ser presentados por colectivos ya existentes o por grupos de personas que trabajen en colaboración para este proyecto, de forma interdisciplinar.

Los grupos seleccionados participarán en un proceso colectivo de producción y reflexión que contará con un acompañamiento pedagógico junto a especialistas en las temáticas.

Una vez finalizada la etapa de producción se presentarán los resultados del proyecto en una o varias exposiciones que pueden itinerar y en las plataformas digitales de Fundación VIST, de la AECID, y de los Centros Culturales de España participantes o de las instituciones que éstos designen. De ese modo se busca consolidar redes para la creación y circulación de narrativas visuales en el territorio iberoamericano.