Un tren, un viaje, un taller
¿Se puede hacer un taller de fotografía en un tren en movimiento? Durante la última Bienal Argentina de Fotografía Documental se pudo. “La Estrella del Norte – Cosmovisiones en movimiento”, taller dirigido por los fotógrafos Sara Wayra y Federico Estol, tuvo lugar en el tren expreso que cubre la ruta entre Buenos Aires y Tucumán, y reunió a 50 participantes que contaron historias del viaje en fotos, videos, afiches y entrevistas a sus pasajeros.
Por Marcela Vallejo
“La Bienal nos dio los ingredientes y nosotros armamos toda la receta”, cuenta la fotógrafa boliviana Sara Wayra sobre la invitación que le hicieron para la edición número diez de la Bienal Argentina de Fotografía Documental. Esos ingredientes incluían: un tren, 36 horas de viaje y el recorrido entre Buenos Aires y Tucumán, al norte del país. Con esos elementos, e inspirados en los talleres del colectivo Mas Uno de Colombia, Sara Wayra y el uruguayo Federico Estol diseñaron un taller para 50 personas al que llamaron “La Estrella del Norte – Cosmovisiones en movimiento”.
La primera parte del nombre de este taller, cuyo formato es bastante original, está inspirada en el mítico tren Estrella del Norte que, desde 1914, usaban los trabajadores hacían la ruta de Tucumán a Buenos Aires. En los 56.210 viajes que realizó, el tren recorrió 64.978.760 kilómetros y trasladó a 84.315.000 pasajeros: más de tres veces la población de Argentina hasta 1980. Se trata de un ícono en el mundo de los famosos trenes de larga distancia. La línea fue cancelada en 1993, pero la empresa de ferrocarriles todavía conserva dos servicios semanales a Tucumán que paran en seis de las 18 estaciones que enlazaba la Estrella del Norte.
La propuesta del taller era contar narrativas bajo la consigna “cosmovisiones en movimiento”. Sara y Federico tuvieron como cómplice, acompañante y colaborador al fotógrafo argentino Gianni Bulacio y entre las personas que participaron estaban Andrés Caicedo, Jorge Piccini y Luciana Demichelis. Los participantes -no solo los inscritos, sino también varios pasajeros- se dividieron en grupos para crear cuatro tipos de materiales: un video arte o documental experimental sobre el movimiento, el viaje y la trayectoria; una historia con 20 imágenes a partir de uno de los temas transversales: género, territorio, cosmovisión, memoria y migración; un afiche de una película de trenes; y entrevistar a los pasajeros sobre alguna de las temáticas.
En palabras de Sara Wayra la propuesta para lxs participantes fue imaginar el tren “como un cuerpo vivo y en movimiento, un cuerpo que sueña, que tiene identidad, que pertenece y se mueve dentro de un territorio”. Para Federico Estol, también era muy importante revitalizar la idea del viaje en el tren, reconocer su faceta humana en las microhistorias de cada pasajero. Y sobre todo eso, les interesaba conocer y mostrar las historias de este tren en particular, pues se trata de uno muy cercano a la gente. “Los pasajeros son de origen muy popular”, cuenta Estol, “es muy barato el viaje en el tren, pero a la gente que iba con nosotros le había costado mucho llegar a comprar ese pasaje”.
Fue un taller intenso y exigente: en las 36 horas de viaje, los grupos tenían tiempos específicos para ir cumpliendo con las tareas y para participar en mesas de edición. Todos lograron entregar los materiales editados y tenerlos listos para exponer los resultados en la Bienal. No todos los participantes eran fotógrafos, en algunos casos eran escritores o periodistas y eso le dio otro tono a los resultados.
El taller logró detonar fuerzas creativas colectivas, movilizar historias y generar vínculos entre los participantes y los pasajeros. Varios de los participantes siguen en contacto, quieren hacer un segundo capítulo de lo que iniciaron. Uno de los resultados que pronto verá la luz será un fotolibro en el que se recojan todas las historias creadas. Sara Wayra resume la experiencia en una frase: “Fue increíble ver los resultados, pero sobre todo es increíble la amistad y la complementación que hubo como entre todxs.”