Entrevistas
Diego Magaldi
México -
diciembre 16, 2022

Una clase con el químico del barrio

 

Cuando escuchamos la palabra “psicoactivo”, solemos pensar de inmediato en una droga que provoca alucinaciones. Pero la verdad es que a diario consumimos psicoactivos que no producen nada de eso. 

Entonces, ¿qué es una sustancia psicoactiva? ¿Qué causa en nuestro cuerpo? ¿Cuál es la diferencia con la psicodelia?

En esta nueva entrega de ‘Jardines y Laberintos’, conversaremos de esos temas con el mexicano Diego Magaldi, también conocido como ‘el químico del barrio’. Radicado en Francia, Diego estudió química orgánica, justamente por su interés en las plantas psicoactivas. 

Nuestro invitado explicó que “una sustancia psicoactiva puede ser toda aquella que altere el sistema nervioso central. A veces, uno puede conscientemente notar los cambios cuando consume algo tan básico como el café o el azúcar y puede ir hasta algo más lejos como sustancias que están prohibidas por la ley, consideradas como drogas que pueden ser marihuana o cocaína, etc.”

Pero su interés central fueron siempre las sustancias alucinógenas. “Cuando se consumen alucinógenos, este tipo de sustancias dan una dimensión completamente nueva a la percepción”, señaló. “La mayor parte de las personas podrían decir que es un despertar espiritual porque uno entra en contacto con maneras de pensar tan profundas, recuerdos guardados, también dan esta sensación de comprensión”. 

Para el especialista, “es difícil expresar con palabras lo que estas sustancias producen, pero permiten una nueva manera de percibirse a sí mismo a través de una modificación mental o de los estados alterados de la conciencia”.

Sin embargo, Diego remarcó que los psicoactivos tienden a ser peligrosos cuando se los consume de manera descontrolada. “Todas estas sustancias se pueden prestar al abuso. Uno de los grandes ejemplos es cómo para los pueblos de la Mesoamérica antigua el tabaco, por ejemplo, era una planta sagrada y ahora es una de las plantas que produce una gran cantidad de muertes por año en todo el mundo”. Por eso, sostiene el químico, “una de las máximas de la farmacología dice que el veneno o la cura está en la dosis”.