Entrevistas
Victor Vích - Lucero del Castillo
Perú -
agosto 29, 2023

Una imagen que se lee, un poema que se mira

Contrapunto es un fotolibro que reproduce la correspondencia virtual entre la fotógrafa Lucero del Castillo y el crítico cultural Víctor Vich. En sus páginas se desarrolla un juego intelectual que es también un misterio para los sentidos, y que estriba en el modo elusivo en que las imágenes del archivo personal de del Castillo responden o chocan con los poemas seleccionados por Vich, y viceversa.

Por Alonso Almenara

El contrapunto es una de las técnicas más comunes en la composición musical, pero es también una de las pesadillas de los estudiantes de conservatorio. La dificultad consiste en combinar dos o más melodías sin que una sea un simple acompañamiento de la otra, sino manteniendo la independencia de cada una. Y esto, sin perder la coherencia armónica. Ese tipo de situación es inusual en la vida real. Las bandas de rock y las parejas se separan por esa razón: porque el contrapunto es difícil. Porque las voces no son igualmente autónomas, o porque mantener la unidad requiere disciplina, y eso siempre entra en conflicto con la libertad. Pasa en la militancia. Pasa en el reto de combinar lo personal y lo político.

En el fotolibro Contrapunto (Meier Ramírez, 2022), la fotógrafa Lucero del Castillo y el crítico cultural Víctor Vich, ambos peruanos, se ejercitan en este arte complicado, poniendo en diálogo sus propias voces y dos tipos distintos de creación artística: poemas y fotografías. Su intención, escriben, es “mostrar el contacto” entre ambas disciplinas; “pero también la separación; el puente, pero también el vacío”.

Del Castillo es responsable de las imágenes. Ha sido durante años fotorreportera del diario El Comercio. Aquí muestra una faceta distinta: su trabajo no es realista sino alegórico, vinculado a la observación de la naturaleza y a recuerdos de niñez. Vich, por su parte, seleccionó los extractos de poemas: hay versos de Louis Aragon, Rodrigo Quijano, Mirko Lauer, entre otros. Es el autor de libros como Contra el sueño de los justos: la literatura peruana ante la violencia política (2009) y Poéticas del duelo: ensayos sobre arte, memoria y violencia política (2015), en los que examina las respuestas al periodo de conflicto armado interno (1980-2000) en el que Sendero Luminoso se enfrentó al Estado peruano, desde el campo de la producción cultural. Ha escrito también sobre poesía, como en el libro reciente César Vallejo: un poeta del acontecimiento (2020), una lectura badiousiana de la obra del escritor peruano. 

Contrapunto es un pequeño libro de 60 páginas, hecho de 42 fotos y 24 poemas, e impreso gracias al financiamiento que recibió al ganar el Premio CAP de Creación 2022 de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Los autores cuentan que nació de una correspondencia por correo electrónico y que la puesta en página sigue más o menos la secuencia de ese intercambio original, en el que dialogaron con fotos y poemas —y no se dijeron nada más. Pero el libro es también una obra abierta que permite al lector escoger su propio orden de lectura y establecer nuevas relaciones entre el material. “Nos interesó deconstruir la oposición entre mirar y leer, entre fotografía y poesía”, dice Vich. La fotografía se vuelve un texto, la poesía una imagen; la imagen se lee, el poema se mira”. 

El proyecto incluye una exposición que fue inaugurada el pasado 10 de agosto en la Alianza Francesa de Miraflores, en Lima, y que se extenderá hasta el 16 de septiembre.

Ayahuasca Musuk

 

Ayahuasca Musuk

¿Cómo es que se obtiene un fotolibro a partir de un intercambio por correo electrónico?

Lucero: El proyecto fue un poco iniciativa mía. Víctor ha sido mi profesor en dos maestrías. Él enseña literatura y me empezó a compartir poemas. Yo antes no era tan lectora, pero leía con avidez las cosas que me enviaba. Y así, mientras leía, se me ocurrió responderle con una foto cada vez que me enviaba unos versos. Una imagen mía que dialogara con el poema. Él me respondía con otro poema, yo le mandaba otra foto y así sucesivamente. Esa correspondencia virtual duró más o menos un año. Era como un juego.

Lo interesante es que no decíamos nada más: no comentábamos ni la foto ni los poemas. Pero nos dimos cuenta de que igual se estaba desarrollando una conversación y que era autosuficiente, que no necesitábamos explicar o contextualizar. Víctor sugirió en este punto que esto que era una correspondencia sin ninguna pretensión podía convertirse en una exposición. Al principio yo no estaba muy convencida porque no tenía mucha idea de lo que estábamos haciendo. Simplemente me provocó hacerlo. Ahora que recapitulo me doy cuenta de que para mí, inconscientemente, era una búsqueda, una voluntad de regresar a la fotografía. Yo había dejado de hacer fotos por dos años y esto apareció como un pretexto para volver. 

Víctor: Quiero remarcar algo que ha dicho Lucero: que la correspondencia se convirtió en algo autónomo y autosuficiente. O mejor dicho, en otro tipo de conversación. Se trataba de encontrar un lenguaje diferente de lo habitual. Y a través de esa conversación estábamos intercambiando historias, ideas sobre la vida, testimonios, cosas que nos habían pasado, cosas que pensamos y sentíamos en ese momento y que eran expresadas de otra manera: ni en el lenguaje oral ni en el lenguaje visual, sino en el contrapunto de imágenes y poemas. El descubrimiento de esa autonomía, de ese otro registro del conversar, nos pareció estéticamente potente e interesante.

Ayahuasca Musuk

 

Ayahuasca Musuk

¿En qué se parecen un poema y una fotografía? ¿En qué se diferencian?

Víctor: En principio, son dos registros completamente diferentes. Nosotros no hemos querido convertir los poemas en ilustraciones de las fotografías o viceversa. En la relación que proponemos cada registro mantiene su autonomía, pero al mismo tiempo ambos registros apuntan hacia algo que puede ser un significado compartido o más bien una colisión. La relación entre el poema y la imagen es dinámica. A veces es una relación de diálogo, a veces una relación de choque, a veces es una relación de fuga. A veces el poema dialoga solo con un pedacito de la imagen, a veces la imagen contradice al poema. Nos ha interesado presentar una relación dinámica entre dos registros diferentes, no una relación de subordinación de uno a otro. No una relación de compenetración y de armonía, sino una relación de fricción y de juego permanente.

Lucero: Ambos registros tienen esa libertad de interpretación y es algo que de hecho hemos querido enfatizar en el libro, optando por una estructura abierta en la que los poemas y las fotos se pueden combinar de muchas maneras. No queremos anclar lo que por naturaleza es libre. 

Ayahuasca Musuk

 

Ayahuasca Musuk

¿Cómo se relaciona este proyecto con la trayectoria personal de cada uno?

Lucero: La razón por la que dejé de hacer proyectos de fotografía por dos años es que decidí llevar una maestría en antropología. Y esa decisión tuvo que ver con que empecé a cuestionarme la manera cómo venía creando, cómo investigaba, cómo entendía la realidad, y me di cuenta de que necesitaba otras cosas. Cuando empecé la maestría tenía muy clara cuál iba a ser mi tesis, que tiene que ver con masculinidades y violencia, y que quería que la tesis fuera un insumo para crear algo visual después. Entonces me dediqué dos años a buscar herramientas teóricas y otras metodologías de investigación, sin abandonar completamente esa necesidad de creación visual. Y creo que ahora ya tomo conciencia de lo que significó esta correspondencia con Víctor. Yo quería encontrarme. No empezar un proyecto nuevo, sino mirar hacia atrás, porque las fotos son de mi archivo. Solo he tomado dos fotos nuevas para este proyecto. Fue una oportunidad de reencontrarme con mis propias fotografías, con las cosas que me preocupaban. Cada vez que recibía un poema me sumergía en mi archivo y no sólo recordaba el contexto en el que había tomado cada foto, sino que se me hacía muy fácil descontextualizar las imágenes, pensarlas de otra manera. 

Víctor Vich: Para mí ha sido una experiencia absolutamente inédita. Es la única vez en la que me he sentido más o menos cerca de la creación artística. Aunque yo no soy el autor de los poemas y mi trabajo solo consistió en mirar las fotografías y relacionarlas con algunos versos que recordaba, sentía que ese trabajo era absolutamente creativo. Yo soy un profesor que ha escrito mucho y siempre he sentido que mi escritura es fundamentalmente conceptual y política. Tiene una dimensión creativa, pero en el marco de una argumentación racional académica. Aquí no. Aquí aparecía en mí una dimensión artística que nunca había explorado. Ha sido como confrontarme con una identidad nueva.

 

El libro es bastante personal e introspectivo, y esto me sorprende un poco tomando en cuenta los textos políticos de Victor, o el trabajo fotoperiodístico de Lucero. La pregunta es si este giro hacia lo interior tiene alguna relación con la situación política en el Perú, que está muy deteriorada. 

Victor: La correspondencia fue tomando forma no sólo a través de las imágenes y los poemas que nos enviábamos, sino también a partir de los problemas que traía la pandemia, o la situación política. Y aunque esto último no es lo más crucial en el libro, sí está presente. Inclusive está presente en la estructura misma: casi en el centro aparece un poema de Rodrigo Quijano que hace mención a los muertos en manifestaciones, y una foto de Lucero que podría leerse casi como una fosa común. Después hay un poema de Montserrat Álvarez sobre el deterioro de las instituciones y la vida colectiva en el país, y así hay otro de Mirko Lauer, etc. La reflexión política está presente como un contexto, una pregunta que va en paralelo a las preguntas privadas. El libro establece también un contrapunto en ese sentido, entre la pregunta por la subjetividad y la pregunta por la vida social.

Lucero: Hay que tomar en cuenta, en todo caso, que el libro tiene que ver con un registro más alegórico, no es fotografía documental. Esa es la forma como he venido fotografiando. Pero lo político también tiene un lugar ahí. Los temas que me interesan más, sobre identidad de género, por ejemplo, están de un modo presentes en las fotos de niñas que hemos incluido. 

Victor: Como decías, Lucero ha sido fotoreportera del diario El Comercio durante muchos años y sus fotos eran realistas. Eran imágenes de políticos, de sucesos, de accidentes. Y yo también en mi trabajo académico he estado discutiendo la coyuntura. Este libro era como un experimento, era hablar de lo mismo pero en un lenguaje menos realista. 

Es importante mencionar que estas imágenes Lucero las ha desarrollado paralelamente a su trabajo como fotoperiodista y casi nunca las ha mostrado. En mi caso sucede algo similar: soy un lector de poesía y eso era algo que me interesaba mostrar. Dar a conocer ese lado menos realista y más comprometido con el símbolo abierto, con la potencia de lo estético.