Unidxs por el sol | Fresco EP #6
Desde tiempos inmemoriales, el valle del sur de los Alpes suizos Cantone de Ticino ha sido considerado un territorio energético elegido por sanadores, un centro de conexión y conocimiento. En sus prados y montañas se ubican santuarios naturales (cascadas, piedras, bosques) y templos que son la huella de poblaciones originarias. El fotógrafo peruano Victor Zea cuenta en el sexto episodio de Fresco, nuestro programa a nuevas voces de la imagen, cómo interpreta la trayectoria del sol haciendo largas exposiciones con solarigrafías.
Por Luciana Demichelis
¿Cómo creaste tu proyecto ‘Amalgama’?
Amalgama, bueno, parte de una premisa general, que es retratar la relación que tiene el poblador de este territorio, del cantón de Ticino, del valle de Bersasca con el territorio de montaña. A mí me interesa retratarlo con diferentes generaciones, y en las diferentes generaciones voy teniendo este eco, bueno, reconociendo este eco de cómo este espacio o territorio de montaña es un territorio como un refugio, como un territorio que te permite empezar de cero, y un territorio para encontrarse con su ancestralidad, pero desde la naturaleza, desde la montaña misma. Y bueno, y cuando voy retratando, por ejemplo, las jóvenes generaciones, en específico con el Sound System y con la música, ¿no? Cómo a partir del Movimiento Sound System, que ellos lo realizan en las festivales en la montaña y buscan espacios comunitarios y organizativos, también voy reconociendo a los, no sé, podría decir a la generación suiza actual, ¿no? En un sentido de que yo ya desde lo poco que conocía, que era un país como que marcado entre Italia, Francia y Alemania, ahora estos jóvenes que conocía eran hijos de migrantes, eran peruanos suizos, colombianos suizos, etíopes suizos, españoles suizos, o sea, gente, es como, y me hacía eco que este amalgama de culturas también les permitía reconocerse, conocerse entre ellos y generar una comunidad.
No solamente es el amalgama que tienen con su territorio natural, sino es este amalgama de culturas.
Sí, les permite encontrarse como comunidad. Y es algo que me hace eco también en Perú o en diferentes partes del mundo, ¿no? De que somos las nuevas generaciones, somos una mezcla de todo. Y luego de retratar también a sus padres y a sus abuelos, que la mayoría han pasado por un proceso de inmigración, un conocimiento de diferentes culturas les ha permitido ser lo que son ahora.
Pienso en este eco de regresar a este espacio de montaña para reconocerse. Sin romantizar la montaña en sí, yo llegué a territorios, no sé, a algunas cascadas, a algunos apus allá que realmente podría sentirme como si estuviese en Cusco. Y en ese sentido, yo consultaba mucho con la gente de allá cuáles eran sus territorios ancestrales o los más antiguos. Y algunos como que me llegaban a responder desde, hasta alguna época, y de repente, al verme a mí como que vengo de Perú, o de que, bueno, soy de Lima, pero yo vivo en Cusco, y que sienten de que yo tengo mi ancestralidad o mi historia de mis ancestros más marcada. Me parecía curioso yo encontrarme en un territorio, en su territorio, y sentir esa ancestralidad como, como conversamos con la gente allá. Que era, este, o sea, yo sentía que no necesitan tener un Machu Picchu para sentir la ancestralidad de su territorio, y es por eso que también surge esta chamba con las solarigrafías. Yo empiezo a hacer las solarigrafías gracias a un gran amigo que es Diego López Calvín, que, bueno, lo encuentras como Solarigrafía en Instagram, y, bueno, fue una coincidencia bien linda, porque yo en España, el año 2019, presenté mi libro sobre el sol, o sea, ya tenía, ya tengo un interés desde hace varios años sobre lo que significa el sol para diferentes culturas, o lo que significa el sol primero para la cultura andina.
Fui explorando este proyecto, y ahí es cuando Diego López va a la presentación, y yo ya conocía un poco de esta práctica de la solarigrafía, pero Diego ha sido uno de los de los fundadores de esta práctica.
¿Cómo continuaron?
Pues me regala un par de cámaras, y ahí es como empiezo un poco como un juego. Encontré en esta práctica una nueva forma de retratarlo. Cuando yo llego a Cusco, Diego, de muy buena onda, me regalaba cámaras o me enviaba para retratar, bueno, centros arqueológicos o vestigios de los ancestros a partir de esta práctica. Empecé a preguntar a los pobladores del Valle de Berzasca, ¿cuáles eran sus lugares ancestrales? Y ahí es cuando una, una compañera, este, una gran amiga llamada Yaldara, que era, bueno, es que es una señora de 65 años, que era como una especie de sanadora del Valle de Berzasca me presta un libro de Andreata. Entonces, ahí es donde se me viene esta idea de poner cámaras en estos lugares ancestrales, ya sean como cascadas, ya sean templos, castillos de hace más de 900 años, lugares donde hay jeroglíficos.
¿En qué más estás trabajando ahora?
En los últimos cuatro años he estado trabajando en la movida del hip hop, esencialmente en el rap, pero en lengua quechua, pero no solamente en lengua quechua, a cada territorio que voy, incluso retrato el rap en lenguas originarias, incluso ya en Suiza, cuando estuve ya en el cantón de Ticino, hay una lengua romanche, que le dicen romanche, y hay solamente un grupo que canta en esa lengua.
No solamente quiero llevarlo a este territorio de Latinoamérica, sino llevarlo a como la cerradura, o sea, me interesa el encuentro de lo ancestral con lo contemporáneo, como una herramienta contemporánea. El hiphop nace en los suburbios de Nueva York, permite a las jóvenes generaciones, o a las generaciones, fortalecer su proceso de identidad en el territorio en el que viven, ya sea con la lengua, o ya sea rapeando letras que tengan que ver con la identidad de su territorio. Entonces, ese es el proyecto que actualmente espero ya en unos meses cerrarlo, entre comillas, al menos cerrar un cortometraje, y estoy ahora trabajando con la sudarigrafía bastante.
Tuve la oportunidad de que haya un apoyo de Magnum Foundation y del World Monument Foundation para realizar un proyecto en la localidad de Llaullos, que es en la sierra de Lima, que es una comunidad que se llama Miraflores, que sigue trabajando con lo que heredaron de sus ancestros, que es unos diques de piedra que sus ancestros del año 900 hicieron para crear lagunas, y ellos siguen trabajando con esa tecnología ancestral, y el pueblo antiguo de Huaquis, que es del año 900, que ahora están revalorizándolo para generar de repente un turismo en su territorio. Y bueno, ese proyecto lo estoy trabajando con Diego López ahora, si bien en Suiza fue un trabajo colaborativo, pero de distancia, en Suiza pusimos ocho cámaras, cuando tuvimos un resultado en siete, ahora en Llaullos Diego ha venido acá a Perú en diciembre del 2022 y también vino en junio de este año. Hemos puesto alrededor de 45 cámaras allá y ya hemos recogido las cámaras.
Y vuelvo a que, de repente, lo interesante de Amalgama es que como proceso creativo me hace darme cuenta de lo que busco en mis proyectos personales. Definitivamente eso es la transmisión de conocimiento entre las diferentes generaciones, en este caso en el proyecto de Llaullos, cómo siguen trabajando la herencia de los ancestros y cómo se van conectando ellos con su espacio ancestral. El cuerpo tiene memoria y el territorio también. Lo mismo que busqué en Amalgama y lo mismo que sigo buscando en el proyecto de rap en lenguas originarias, cómo se conectan con la herencia cultural. Y también ahora estamos trabajando con un grupo de amigas, Ángela Ponce, Giovanna Chukichampi y Aliendo, un proyecto que se llama Guardianes de los Glaciares, y es cómo las comunidades, en específico la comunidad de Pinaya, que es el pueblo más cercano al glaciar Calcaya, que es el glaciar que le brinda agua a todo el Valle Sagrado y va a ser el glaciar que le va a dar agua incluso a todo el Cusco, cómo ellos afrontan el cambio climático o la ola de glaciación con su conocimiento ancestral, con la creación de, igual, con diques, con la creación de bofedales y también con el conocimiento espiritual y de ofrendas para poder, de alguna u otra manera, afrontarlo, sabiendo que es un cambio inminente, pero lo que nos interesa es cómo ellos, igual, le van transmitiendo a sus hijos y a las generaciones para que tengan en cuenta de que desde alguna u otra manera lo están combatiendo este tema de la crisis climática y la escasez del agua.
¿Qué crees que podrías decirle a alguien que recién empieza a generar proyectos?
Bueno, es… Buena pregunta. No sé, desde las últimas experiencias que he tenido también compartiendo mi trabajo a jóvenes a veces creo que lo más necesario es qué historia vamos a contar. O sea, cómo llegamos a qué queremos decir. O sea, siento que todos tenemos algo que decir. La técnica, las formas, las podemos aprender en laboratorios, en talleres. Creo que eso sí es muy importante. Creo que lo más importante es preguntarse a uno mismo, ¿no? ¿Qué te mueve? ¿Qué te hace llorar? ¿Qué te hace ponerte feliz? Y, o no sé, esas preguntas hacen a veces como que que salgan los temas que tú quieres contar con la mayor honestidad. Eso no quiero decir de que uno puede contar diversos temas y como profesional puedes contar las historias, diferentes historias, pero a veces, desde mi propia experiencia, este… no he sentido esa necesidad ya en el camino de contar lo que me mueve. O sea, si bien retrato la transmisión de conocimientos es porque de alguna o… de alguna forma es mi proceso personal para para fortalecer mi identidad. Ya sea con el rap o ya sea con la fotografía es como voy encontrándome.
Para mí han sido herramientas que me han permitido conocerme y me han permitido fortalecer mi proceso de identidad. Entonces creo que diría a alguien que empieza a trabajar con los proyectos, con sus proyectos que se pregunten: ¿Qué es lo que quieres contar? ¿Por qué lo quieres contar? ¿Y qué es lo que te mueve realmente? Porque, no sé, creo que ahí a veces veo como que hay proyectos que marcan la diferencia.