Carlos Germán Rojas: visionario de la imagen. Fotografías Carolos Germán Rojas, Texto André Cypriano. Sueño de la Razón Tomo I. Editorial Metales Pesados (2013, p.412-413)
Entrevistas
Andrea Jösch
Chile -
septiembre 01, 2021

Andrea Jösch: escapar de la imagen única, situarse en el territorio

Cuando  un grupo de pensadores y fotógrafes  comenzó a editar  la revista Sueño de la razón, fotografía suramericana, mucha gente criticó la elección del nombre.  La revista se llama así no porque sus editores crean que existe una forma latinoamericana o sudamericana de fotografiar sino como manera de plantar una bandera. “Es importante el gesto político de nombrarnos para defender ese ejercicio territorial político del lugar desde el que uno habla”, explica Andrea Jösch Krotki, una de las editoras. 

Para Andrea,  hablar de fotografía latinoamericana es una forma de reconocimiento político que implica revisar y reconocer “nuestras propias formas de ver y hacer”. Cuando conoció la fotografía siendo muy joven, como muchos, se enamoró de la magia del cuarto oscuro. Trabajó como fotógrafa freelance hasta que la vida le empezó a exigir más estabilidad y encontró una plaza en una escuela de artes visuales. Desde hace más de 15 años se dedica a la docencia, la investigación y la edición y asegura que es una de las cosas más maravillosas que le han sucedido, porque la distanciaron de un tipo de fotografía que ya no le interesaba más.

Sueño de la razón, en su presentación declara ser una “política de difusión de la fotografía sudamericana, arraigada en principios de integración”. Además de editar la revista, Andrea, actualmente, es curadora invitada de la segunda versión de Festival de Fotografía MUFF, del Centro de Fotografía de Montevideo CdF.

Ayahuasca Musuk

 Bajo Sospecha. Fotografías y texto Bernardo Oyarzún. Sueño de la Razón Tomo II Editorial Metales Pesados (2013, p.180-181)

Hace varios años piensas la fotografía y la creación de imágenes desde una perspectiva educativa y pedagógica.

Cada vez me siento más docente, me encanta el intercambio de conocimiento. Y ahí tengo dos posturas claras. Creo que a las imágenes no se les ha dado el peso que tienen a nivel formativo; y hablo acá de todos los niveles de la educación formal e informal. Es bien curioso, porque finalmente vivimos en un mundo que se comunica a través de la visualidad y no hay interés o reflexión crítica para comprender esa relevancia. Si queremos transformar el mundo y nuestra relación con los otres, tenemos que partir comprendiendo que la mala utilización de las imágenes,  sobre todo de uso publicitario y propagandístico, ha sido nefasta pues permitió la construcción de una sola historia oficial-heteropatriarcal que dejó fuera (aún lo hace) la diversidad de todos los otros mundos posibles.

Segundo, y ahí me pongo camnitziana, se necesita una buena pedagogía de la escucha, crítica y reflexiva, que es la única que nos permite esa construcción diversa, horizontal, efectivamente democrática. Cuando hago clases o talleres, en realidad reflexiono sobre aquello. Todos los que hacemos imágenes o pensamos las imágenes tenemos responsabilidad de saber qué imágenes estamos lanzando al mundo y cuáles son las relaciones y responsabilidades con sus contextos sociales, políticos y territoriales.

Ayahuasca Musuk

Portadas publicaciones Sueño de la Razón. Fotografía Sudamericana. Editorial Metales Pesados Tomo I  (2013), Tomo II (2016)

No todos los artistas hacen ese ejercicio consciente de saber qué están lanzando al mundo. ¿Por qué es tan importante esa responsabilidad?

Para mí el arte no es una transa de objetos ni de fotolibros. Los objetos, las imágenes finales o los libros son consecuencias de un ejercicio reflexivo. No estoy en contra de aquello, sería absurdo, pues son las formas materiales con las que circulan las propuestas artísticas, pero creo que no deberían ser el fin último y que aquello es una parte para lo que sirven las artes y lo que proponen. Tampoco me interesa la imagen por la imagen.

Las artes sirven para poner preguntas en el mundo y no solo para ser contempladas. Me parece que hay muchas personas que están ansiosas por ser reconocidas dentro del campo de la fotografía, sin entender que la fotografía y la visualidad son totalmente transdisciplinares, están inmiscuidas en todo lo que hacemos a diario. Ha habido una distancia enorme entre los procesos de investigación y del por qué hago lo que quiero hacer y a quién se lo quiero comunicar; una carrera profesional muchas veces vaciada de sentido crítico.

Ayahuasca Musuk

 Italia fue mi fiesta. Fotografías e imágenes Carla Pericles / Archivo de la Memoria Trans. Revista Amor (in) Certo. Sueño de la Razón. Fundación Sud Fotográfica (2019, p.18-19)

Es interesante esta idea de ir más allá de la contemplación. Finalmente, esa es toda una escuela estética filosófica.

Hemos aprendido en toda la formación escolar obligatoria y a través de la publicidad, los medios, los libros escolares, etcétera, una única historia eurocéntrica y, luego norteamericana, mal nombrada “universal”. Lo terrible es que la asumimos por la fuerza o por la convicción de querer “ser modernos” como si fuera nuestra propia historia, pero no lo es, no son nuestros territorios y ni nuestras cosmovisiones, tampoco nuestra forma de aproximarnos a la mirada. Entonces, cuando uno quiere aún sostener en el siglo XXI un ejercicio filosófico estético que no te corresponde y que además ha sido el que ha regido una única forma ocularcentrista de mirar, caemos en desgracia.

Una podría discutir si efectivamente todas esas leyes formales que nos enseñan en las escuelas técnicas de fotografía sobre las zonas áureas o la ley de los tercios no son también una cuestión política. Una postura que implica plantearse individualmente frente al mundo con una visión sesgada, que busca insistentemente una foto única que represente la historia del mundo. Por ejemplo, ahora, están esperando la foto que represente y sintetice la pandemia. Es ridículo. ¿Por qué necesitamos interpelar todas las vivencias de múltiples culturas y territorios diversos en una sola imagen? Por eso la construcción de nuevas narrativas y los ejercicios de investigación son absolutamente necesarios para romper con la inercia visual. Es necesario entender que la verdad única no existe, menos en las imágenes; pero sí muchas aproximaciones diversas a las realidades que vivimos desde diversos territorios, relaciones humanas y no humanas, consideraciones políticas, mitos, heridas históricas…

A mí me enfurece el fotón. No puedo entender cómo durante tantas décadas hemos creído o querido pertenecer a esa construcción de mundo. Creo que tiene que ver, entre muchas cosas más, con una falta de reflexión crítica con respecto a la visualidad y lo que ésta representa de quiénes somos o quiénes queremos ser.

¿Dónde están? Texto Cesar Barros. Luta e Poder. Sueño de la Razón. Fundación Sud Fotográfica (2020, p. 72-73)

Esa reflexión crítica está posicionada.

Sí, pero cada vez se abre más y más. También creo que tanto fotógrafes como personas que piensan las imágenes deberían ampliar un poco su espectro y su zona confort y entender que esto es relevante también en otros lugares o espacios de intercambio o transferencia de conocimientos. Una tiene que saber si está trabajando principalmente para el mercado o para el campo en expansión de la reflexión sobre las visualidades y su inevitable relación con los conflictos y contextos sociales, comunitarios, políticos, medioambientales, biográficos…

Silvia Rivera Cusicanqui en su libro Sociología la imagen y en otros textos comenta acerca de esta cuestión del mirar, diciendo para los quechuas no se “mira” solo con los ojos, sino que eso tiene que ver con estar físicamente en el espacio para relacionarse a través de la escucha del cuerpo con aquello que está frente a ti, tomando en consideración el interés inicial y profundo por aquello que se quiere conocer. Entonces no solamente es un problema ocularcentrista, como ha sido la historia occidental de las imágenes, sino que justamente para entablar un diálogo se necesita la presencia consciente del cuerpo. Ella también dice que para investigar, lo primero que uno tiene que hacer es averiguar y curiosear antes de comunicar. Eso tiene que ver con la intención de estar en cuerpo y no solamente ejercer una observación a la distancia, tanto intelectual como formal.

Ya hay fotografías contemporáneas que hacen esto que dice Silvia, es decir, hay fotógrafes que se preocupan por el diálogo que pueden establecer en los espacios y reflexionan sobre las transformaciones tanto del espacio como de sí mismos.

Sí, claro. Hay proyectos hermosos en todos los ámbitos. Desde la colectividad, por ejemplo, está el reciente trabajo de la Colectiva Ruda sobre la alimentación en tiempos de COVID-19 cuyo resultado fue un sitio web que aúna las diferentes aproximaciones de varias fotógrafas latinoamericanas en Esto no es una cadena.

También existen otras miradas desde la gestión. Como lo que realiza el CdF en Montevideo. Fui invitada por ellos para realizar la curatoría del segundo festival MUFF, junto a un equipo bello de personas que están trabajando como activadores entre ellos Mônica Hoff, Gisela Volá, Valentina Montero, Maya Goded, Alexandre Sequeira, Luis Camnitzer y todo el equipo de afectuosos profesionales del centro: señalo lo del afecto, pues hace la diferencia. El CdF se dio cuenta hace años de que el eventismo no profundizaba en los procesos, eso de que nos juntamos dos días y editamos todo rápido para llegar a un objeto final ya no funciona. Este festival dura dos años y las personas están un año y medio en un proceso largo de reflexión colectiva. Obviamente, los resultados y la construcción de redes de afecto son muy diferentes.

Ayahuasca Musuk

 Femicidas. Fotografías y texto Rueda Photos. Mal-estar, resistência, transformação. Sueño de la Razón. Fundación Sud Fotográfica (2021, p. 124-125 )

En todo esto que dices hay inmersa una idea respecto a la forma de construir conocimiento, que involucra tiempo, cuidado, afecto, presencia corporal.

Es que las artes son una forma de conocimiento. Pero el conocimiento desde las artes se construye en la práctica. Y hacer entender eso a un sistema que se ha convertido en un mercado de producción de papers indexados o de publicaciones que entran en una forma preestablecida para ingresar a un mercado es difícil y nefasta.

El campo de la investigación artística es un campo absolutamente relevante. Si hablamos de la universidad o de la educación escolar, es uno de los pocos espacios cuya función es hacer preguntas al mundo y no responderse algo necesariamente.  Y es uno de los únicos o pocos campos que muestra de su proceso el error y el hallazgo. Normalmente, en otros campos del conocimiento lo que se muestra son los éxitos o los resultados que dieron algún fruto.

Pero crees que los y las espectadoras del común lo ven de esa manera, entienden el arte como una forma de conocimiento.

Si de la educación formal se quitan horas de filosofía y de arte es más difícil que suceda. Además, varias instituciones culturales tienen una deficiencia, se han convertido en mausoleos de objetos, más que en escuelas de aprendizaje mutuo. Y, además, una no debería intentar siquiera hacer que las otras personas -los públicos- comprendan lo que uno quiere decir. Lo que uno tiene que intentar es que esas otras personas y nosotros mismos nos hagamos preguntas de ese diálogo en común. Porque si queremos aleccionar o pensar que el otro entendió, estamos todavía pensando que tenemos la verdad y lo que tenemos en realidad son pequeñas contribuciones de ampliar o permitir otros mundos posibles.

En ese sentido, aún se necesitaría esa educación de la que hablábamos al inicio para lograr una lectura efectivamente crítica de lo que se ve. La fotografía, mucho más que las otras artes visuales, carga consigo este efecto de verdad o de realidad. Muchas veces quien ve la fotografía cree que no hay mayor manipulación en lo que ve.

Desmontar eso no es tan difícil con una pedagogía de las imágenes o las visualidades. El problema es que las estructuras de poder no quieren eso. Por algo no existen aproximaciones a la visualidad en las escuelas, aunque es absolutamente fundamental. Hay una filósofa chilena llamada Andrea Soto que acaba de sacar un libro que, recomiendo, La performatividad de las imágenes (Editorial Metales Pesados, 2020). Una de sus tesis es que no existe sobreabundancia de imágenes, sino una suerte de saturación de imágenes iguales; por eso es tan importante construir nuevas imágenes que hablen efectivamente de lo invisibilizado, de lo no visto. Estoy totalmente de acuerdo con ella, porque uno siempre habla de que todos son fotógrafos y efectivamente la tecnología del teléfono ha generado que todos tomemos fotos. Pero cuando uno mira esas imágenes y las pone una al lado de la otra, son las mismas, son replicas, representaciones de un sistema capitalista individual.

Las imágenes reflejan nuestra manera de mirar el mundo y es súper complicado porque a veces se ve esa condición de la corporalidad del encuadre o de la manera de mirar que replica un sistema terrible. Muchas veces me preguntan si uno puede hablar de fotografía latinoamericana, y hay mucha gente en contra y mucha gente a favor. Yo sí creo que hay que repensar nuestras propias prácticas desde el territorio, y eso significa repensar nuestras historias, y contar nuevas historias y las pasadas que no se contaron o se contaron muy mal.